Describo a continuación una síntesis del estudio realizado por el comité de
bioética de la UNESCO sobre la Transgresión como elemento de innovación.
La transgresión; sin duda, es inicialmente
considerada el límite, como la línea final que circunda el espacio de lo
permitido dentro de cada práctica social y profesional. Acercarse a los mismos
contornos coloca a los practicantes ante el vértigo de lo que está más allá y ante la amenaza de
sanción si a ello se accede (la mala práctica, la interdicción, lo demonizado).
No obstante, se revelará que esta consideración tiene la estructura de un
verdadero problema: no dejará de indicar las fronteras del propio campo
legalizado, pero sólo podrá mantenerse a fuerza de ser puesta en cuestión,
revelando la materia que la ha construido. Por ello, se enfatizará sin dudas
esta otra cara radical: es una verdadera y completa condición dentro de la
ética su violación y desplazamiento, para fundar sobre ella el progreso de la
ciencia, la técnica y las tecnologías consecuentes.
La transgresión es una “conditio sin equa non” de la ética; demonizada
aunque necesaria,, presente pero velada, inviolable aunque deslizable, y de
ella no se puede prescindir.
Sin un fenómeno transgresor los grandes cambios
sociales no se hubieran producido, la mujer actual del siglo XXI seguiría
siendo una persona destinada a las labores domésticas si alguien no hubiera
transgredido el establishment de mediados del siglo XX
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