Recientemente, tras la presentación en sociedad de
la constitución de mi segundo vivero de proyectos de innovación (empresa en la
que se estructura el proceso de conocimiento y contacto del emprendedor de un
proyecto innovador con los potenciales inversores) me preguntaba un periodista:
¿Si tengo una idea innovadora, que hago?
La respuesta no estaba preparada, pero fue sincera y
solemne:
-Si tienes una idea no tienes nada si no tienes un
proyecto
- Si tienes un proyecto empiezas a tener algo, pero
todavía no tienes nada si no tienes un plan de negocio.
- Si tienes un plan de negocio “bueno”, esto es: no
un plan de negocio académico en el que el papel lo soporta todo, sino que
tienes un plan en el que hay un mercado potencial estudiado que es capaz de
adquirir tu producto o servicio al precio definido en el plan y en las
cantidades definidas, si esto se conjuga con unos costes demostrables en el
plan que generaran las rentabilidades propuestas en los flujos financieros, si
demuestras que la inversión que necesitas será suficiente para la
materialización de todo el proyecto, entonces lo que tienes es un gran problema
si no dispones de un plan de financiación.
- Si dispones, además de lo dicho, de un plan de
financiación, necesitas también de un plan de acuerdos con los accionistas, ya
que si el proyecto es bueno, puedes correr el riesgo de que los “linces” del
capital riesgo inviertan en él, pero debes proteger tu participación en los
acuerdos ya que podrías perder todas tus acciones.
Probablemente este último comentario no sea del
agrado de los inversores pero es cierto que este autor ha conocido algunos
“buenos” proyectos que por el excesivo optimismo del emprendedor, al cabo del
tiempo, los inversores por las cláusulas y los objetivos marcados en los
acuerdos entre accionistas han acabado quedándose con casi el cien por cien de
las acciones del proyecto, ¿porqué ocurre esto?
La respuesta es muy sencilla y tiene dos orígenes:
Por un lado en la mayoría de países exceptuando a
los Estados Unidos, el peso que se da en la universidad a la formación en
emprendimiento es mas bien escaso, las universidades lanzan al mercado laboral
buenos técnicos, bien preparados, con sólida formación pero en muchas ocasiones
con escasa preparación para afrontar la creación de una empresa, y menos
todavía para afrontar un proceso de
financiación enfrentándose a los “linces” que gestionan los fondos de inversión
de terceros.
Por otro lado, y como consecuencia en parte también
de la falta de formación en la preparación de planes de negocio, el
emprendedor, pese a poder tener un buen proyecto, tiende a ser excesivamente
optimista, y esta es una tendencia natural, cree que hará a su proyecto mas
atractivo para el inversor si reduce los costes en las previsiones, o prevé
mayores ventas o las expresa antes de cuando realmente cree que se producirán,
con el pensamiento de que persuadirá mejor al inversor, y este es uno de los
mayores errores que comete el emprendedor ya que, consciente el inversor de
esta debilidad del emprendedor y actuando sobre un plan de negocio que al fin y
al cabo los hitos que en él se expresan han sido redactados por el emprendedor,
pondrá como condiciones a la total materialización de la inversión la consecución
de los objetivos marcados en el plan, y si no se consiguen, la aportación de
acciones a cambio de la inversión deberá ser mayor, y este aumento crece en
función de la desproporción en cuanto al objetivo incumplido.
En primavera de 2012 en Barcelona, en una reunión de
presentación de proyectos a inversores para la captación de financiación hubo
una buena presentación de un emprendedor que, con un buen proyecto estaba en
una segunda ronda de financiación para la que buscaba otros 300.000 € suplementarios
a los ya conseguidos en una primera ronda dos años antes.
Después de la exposición de su proyecto y ya en la
ronda de preguntas, uno de los inversores asistentes le dijo: Yo a usted ya
le vi hace dos años en otro foro de financiación en que buscaba 300.000 € para su proyecto, y
usted decía que dentro de dos años, esto es
“hoy,” usted estaría ya comercializando su producto, sin embargo hoy
está usted buscando 300.000 € más.
Ya
no hubo mas preguntas en ese foro..., el caso es que el proyecto era muy bueno,
y estoy del todo seguro, que el emprendedor en la primera ronda de financiación
cometió el error mencionado antes, fue excesivamente optimista y pecó en
defecto de financiación, y si hubiera buscado directamente 600.000 € en la
primera ronda los hubiera conseguido igual que los 300,000 € que consiguió, ya
que el proyecto era suficientemente cautivador..
A lo largo de mis post intentaremos también
desvelar las claves no solo de hacer un proyecto de innovación atractivo al
inversor, si no a defender con objetividad el proyecto no cayendo en los
tópicos de los optimismos a ultranza que no hacen mas que entorpecer el buen
desenvolvimiento del proyecto.
La idea
es el punto de partida, solo eso
Cadena de valor del proyecto emprendedor
Asi pues, la estructura de la cadena de valor ejerce
un magnetismo muy importante a la hora de atraer fondos para el proyecto
La valoración de la cadena de valor expresada en el
gráfico está determinada por la experiencia de los distintos fondos de
financiación tanto públicos como privados a los que ha tenido acceso este autor
y que expresan que de cada cien ideas presentadas para buscar financiación solo
el diez por ciento vuelven con la memoria de un proyecto, y de estos, el veinte
por ciento vuelven posteriormente con un plan de negocio mas o menos en
condiciones con lo cual los valores se adicionan en función del grado de
cumplimiento de todos los parámetros analíticos descritos en la cadena de
valor.
Así pues, si la idea solo representa el 10% del
total del valor del proyecto, es obvio que a partir de ella hay que realizar
toda la arquitectura del mismo para poder avanzar en el proceso de
financiación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario